lunes, 20 de mayo de 2013

Quetzalcoatl, El hombre huracán. Lucie Dufresne






Uno de los dioses más grandes, importantes, y venerados de la antigua Mesoamérica: Quetzalcoatl, la serpiente emplumada. Quetzalcoatl en náhuatl, Kukulkan en maya. Una deidad que no siempre fue un producto de la imaginación. 

Según Lucie Dufresne, su historia se remonta a los años en que Tollan florecia como la capital del imperio tolteca. Cuando un huracán provocó el naufragio de un barco vikingo, el cual terminó únicamente con dos sobrevivientes: Ari, hijo del gran Erick el Rojo, y Melkof, un esclavo de raza negra.

La leyenda contaba que Quetzalcoatl llegaría un día del mar, desde Venus (el este).

Gran sorpresa debió ser para los toltecas encontrar un día en la playa, a un hombre de enorme estatura, vestido en una armadura brillante, con cabellos y barba roja como el sol, a bordo de un barco que tenía una cabeza de serpiente metálica (material no conocido en ese momento por los lugareños). Las señales no pueden ser equivocadas, éste hombre es enviado por el mismo Quetzalcoatl.

A partir de ese momento, Ari aprovecha su condición de divino, para escalar dentro de esa sociedad, hasta convertirse en Rey, pero no solo un Rey, un dios personificado, el cual es merecedor de los más lujosos palacios, las mujeres más hermosas, los alimentos más suculentos y las ropas y joyas más finas de todo un imperio.

Sus conocimientos, extraños para los toltecas tales como la minería y el hecho de saber nadar, lo reafirman como un ser único.

El choque cultural era fuerte, los sacrificios humanos, las guerras, el comercio, la religión, la lengua, todos los aspectos son detallados a la perfección por la autora.

Buena narrativa, aunque me hubiera gustado tener un poco la contraparte, es decir el punto de vista de los toltecas e itzáes, todo el libro es la narración en primera persona de Ari.